sábado, 21 de febrero de 2009

De parte de Iñaki ¡¡¡ (transcripción)

"Antes de desarrollar estas noticias queremos detenernos en un hecho que parece un chiste de Gila, pero que es G muy serio. Ayer supimos que dos submarinos nucleares -uno británico y el otro francés- chocaron a gran profundidad en el océano Atlántico. Llevaba cada uno dieciséis misiles y cuarenta y ocho cabezas nucleares. Ocurrió en aguas internacionales a la altura de Finisterre. No pasó nada. No sabemos nada más. Nuestro Ministerio de Defensa no sabe nada más. Nadie le ha informado. Por su parte, los Gobiernos francés y británico guardan asimismo silencio. Lo primeRro que hemos de decir es que nos cuesta creer en un milagro del azar de ese calibre. Un choque de dos submarinos que, dicen, no compartían misión sino que coincidieron en ese punto. Es una casualidad oceánica. Pero, sea. Lo segundo es el ridículo de la tecnología que se sofistica y sofistica hasta llegar a la suprema inutilidAad. Los submarinos han desNarrollado el mejor sistema antidetección. De forma que no pueden ser detectados pero parece que tampoco detectar. Han desarrollado el máximo silencio y ni pueden ser oídos ni al parecer pueden oír. Los dos buques, de nombres orgullosos (Triomphant el francés y Vanguard el inglés), llamados a cumplir misiones trascendentes para la humanidad, colisionan de forma humillante, como juguetes carísimos y peligrosos. A falta de información, que nadie ofrece, tenemos derecho a dudar de todo y a temerlo todo. Incluso que pudieron hacernos saltar por los aires. Pero, en todo caso, nos permite preguntaDrnos una vez más que garantías tenemos los ciudadanos en estas brillantes excursiones militares. De qué enemigos nos protegen tan enormes y costosísimos armamentos. Qué sentido tienen en el mundo de hoy y, ya puestos, si hay aErmas porque hay guerras o hay guerras porque hay armas. Y avanzando un pasito más, si tan inmensos monstruos de guerra son básicos para la paz o mas bien lo son para la industria pesada, química, electrónica, etc. Es decir, si hemos diseñado unas economías que no pueden permitirse el lujo de la paz."

martes, 17 de febrero de 2009


Si todos los filósofos tuvieran razón, tendríamos tanta diversidad de verdades como filósofos existen y por tanto la verdad no sería única. Si la verdad no es única, entonces todos tenemos derecho a defender nuestra propia verdad.

Pero eso sería llevarse bien con todo el mundo, ¿no?. ¿O mal? Ahí queda la pregunta.

Dedicado a R.C.



¿Por qué tengo envidia de los hijos de Xeniades ?

Durante un viaje en barco, el tronco ese, el de la fotorafía, fue secuestrado por piratas y vendido como esclavo en Creta. Los vendedores le preguntaron para qué era hábil y él contestó: «Para mandar.» Lo compró Xeniades de Corinto y le devolvió la libertad convirtiéndolo en tutor de sus hijos. Y menuda formación les dió.


lunes, 16 de febrero de 2009

Cadenas

Querído amigo, mi cabeza no esta a la altura de la tuya. ¡Eso es lo primero que tienes que tener en cuenta! Yo soy fan absoluto de Baruch, por sus textos y por su rebeldía. Pero principalmente por su enfrentamiento contra los que defiendían la familia institución por encima de todo. ¿Por qué un padre es padre y una madre lo es del mismo modo unicamente por que estan ahí y aunque no demuestren ni el mínimo cariño? Eso es algo que de verdad me llevo a entender que este hombre no era un filósofo del montón. Mi filosofía de vida se basa en la superficialidad en la que me quedo y que saco de las profundas enseñanzas que los grandes de la historia en donde te incluyo desde hace tiempo me legáís, pero nada más.Últimamente y hablo de en estos últimos años me quedo mucho con la parte práctica de lo oriental. Un poco el si vas corriendo hacía una pared y no paras, como consecuencía te meteras una hostia y poco más. Pero si que sigo tratando de entender la penasmiento de algunos políticos y de como ese efecto a una acción no es parte de su esquema a la hora de evaluar los pros y contras de sus actos. Lo que indica por tanto que hay que seguir construyendo mas cárceles. Ahora voy con la verdad y la mentira. Me has captado perfectamente en lo que quería decir y no estoy de acuerdo en que todo es relativo dependiendo de tal o cual cosa. Para mi existe una verdad y una mentira y nadie jamás conseguirá sacarme de ellas, pero hay veces que me acuerdo algo que leí: "Nada a la vez es, todo es viceBersa".
De todo el mundo es sábido que vicebersa se escribe con dos "v", pero como será mi verdad y mi mentira que hasta en eso son consecuente conmigo mismo.


Hay una historia que te quiero contar. Es una historia de indios reales, ¿y sabes que pasa?, que cuando cuentas historias que empiezan, - Una vez me contó un indio… - normalmente la persona que tienes enfrente te mira y piensa: ¡ Tu si que eres un indio ¡ Y que razón suele llevar.


El hecho en si ha sucedido miles de veces y aunque hoy no tengo constancia de que siga pasando, lo que si estoy seguro es que está siendo contado cada día por alguien a otros. Yo, te la voy a contar a ti, y a ver que sacas de ella.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha tenido miedo y el miedo nos ha hecho tener creencias. Las creencias en dioses y mitos, las creencias en poderes de la naturaleza, o de cualquier otro tipo, lo único que nos hacen es depender de algo para poder seguir adelante.


El cuento empieza un día en el que un niño cherokee cumple ocho o nueve años, no recuerdo exactamente el dato, pero ese día sucede una cosa en su vida.

El padre del desafortunado niño tiene que hablar con el a media tarde y plantearle algo que aunque el niño no entiende, dada su educación tiene que obedecer. Debe quedarse solo sentado en un tronco desde que el sol se oculta y permanecer así hasta que el sol vuelva a calentarle. Es independiente la época del año, el frío que haga ese día y lo lleno que tenga el niño el estómago. Además debe de permanecer en ese sitio con una venda en los ojos y no podrá quitársela hasta que sienta la luz a través de la tela.

Así pues, el niño al atardecer se prepara y junto con su padre, cuando el sol se esconde, se acopla su venda y se queda solo en la oscuridad durante toda la noche. El niño no puede dormirse, porque su miedo no se lo permite, no hay comida, no hay cobijo, no hay nada mas que miedo. El niño siente la tentación infinidad de veces de salir de su oscuridad, de quitarse la venda y correr al lado de su padre, pero no lo hace. Pasan las horas y esa noche el niño escucha aullidos de lobos, que piensa le comerán, escucha aves carroñeras cercanas que perfectamente podrían arrebatarle la vida, alimañas y ruidos de todo tipo. Pero el niño aguanta con miedo, pero a la vez con esa valentía que sabe debe de tener para no ser un niño marcado para siempre y ser el hazmerreír de sus compañeros.


Así pasa la noche, hora tras hora, entre miedo y llanto. El niño moja sus ropas de puro pánico y van pasando las horas.

Por fin llega el sol, y calienta su cara, el niño despierta porque de puro cansancio no pudo aguantar y al notar la luz a través de la tela se arranca con ira y loco de contento la venda diciendo: ¡Soy un indio de verdad¡

Al quitarse la venda, su padre esta a su lado. Ahí, donde estuvo toda la noche. Ahí a tres metros de el, siempre a su lado permanentemente.

sábado, 14 de febrero de 2009

Baruch Benedicto Spinoza.


En cuanto a los términos bueno y malo, estos no indican cualidades positivas en sí mismas, sino que son simplemente modos de pensar o nociones que nosotros formamos al comparar unas cosas con otras.
Así una misma cosa puede ser al mismo tiempo buena, mala o indiferente. Por ejemplo la música es buena para aquel que es melancólico, mala para el que lleva luto y para el que es sordo no es buena ni mala.

Las lentejas.


Quique y Pablo, estaban comentando anécdotas y cuenta Pablo que, habiendo llegado al hotel tras una función en un teatro, a eso de las 3 de la mañana, al bueno de Quique se le antojan unas lentejas. "¿Te apetecen unas lentejas?" le dice a Pablo, "Sí…claro, ¿pero a estas horas? No hay nadie en recepción…". "Sí, si, pero vamos a ver, ¿a ti te apetecen?" insiste el Quique. "Claro!" dice Pablo. El Quique se lia con el teléfono y a las dos horas están los dos comiendo lentejas en la habitación del hotel. Y el Quique le dice:

"Lo importante no es tener las cosas, sino saber quién las tiene".