miércoles, 27 de febrero de 2013

A la "casta" política le faltan cojones



No comulgo con la generalidad de la clase política actual. No, no y de ninguna de las maneras. Ponerse delante del plasma para ver unas noticias no es muy diferente a los momentos que vivía cuando, junto a mis hijos sentados alrededor de una caja de muñecos, organizábamos batallas de todo tipo entre unos y otros sin importarnos la especie, la raza o el tipo de bicho que enfrentábamos a los héroes o villanos de turno.

La pantomima política actual no ha quedado ahí, sino que se ha convertido en una parodia comparable al show del Chavo del 8.

Ver a María Dolores de Cospedal, actual secretaría general del Partido Popular confundir presentes, pasados y futuros diferidos pero en tiempos simulados, escuchar como Luis Bárcenas hace cola en la oficina del INEM o pensar en Tomás Gómez Franco, como el nuevo Golden boy madrileño, capaz de vender como nadie esa forma degenerada de democracia que es la demagogia, me produce vergüenza ajena. En estos momentos he superado las nauseas. 

No muy atrás queda un sector del periodismo, sobre todo, televisivo. Indigentes mediáticos que viven de la zozobra que generan los cruces de información y que en muchos casos y sin tener ni la más pajolera idea de nada, se permiten opinar a favor de quien más temporalmente les paga, con la misma credibilidad que tenían los saltos que aquellos muñecos daban sobre el dinosaurio que se movía por la potencia de dos pilas de petaca.

A eso hay que unir a los cómicos de turno. Beppo Grillo, Silvio Berlusconi y nuestro Tony Cantó entre otros. ¿Cómo es posible que la sociedad permita tanta mediocridad? ¿Cómo es posible que dejemos se rían de nosotros y de nuestros padres e hijos? ¿Cómo es posible haber llegado a tener este nivel de “calaña” entre quienes nos representan?

Desde aquí mando mi reconocimiento a esos políticos de ambos bandos y periodistas que lloran de rabia cada día viendo lo que tienen al lado. Y que con vocación y profesionalidad, por encima de sus ideas, y enfrentándose a gobierno y oposición hacen su trabajo, miran por el empleo y los problemas sociales o cuentan, según el caso, la información tal y como es,  demostrando, como se dice normalmente y de forma literal, dos cojones.

¡Va por vosotros!


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