La boca de los enamorados

Día de amor y amistad donde los haya, los catorce de febrero son equiparables en lo absurdo de su concepto al Maslenitsa ruso, donde al contrario que en el día de San Valentín, allí se lían a palos todos contra todos dentro de lo que es la parte estelar de la fiesta.

Me atrevería a decir, que en el mundo actual en que vivimos, tiene más sentido dar rienda suelta a nuestros instintos violentos, justificados en un entorno estival, que hurgar y forzar el falso amor y la amistad, términos que cada vez más se echan de menos en estos tiempos.

Podría ser que San Valentín fuera una fiesta recuperada de algún famoso cuento medieval, con base en historias contemporáneas con el final de la Roma Clásica. Podría ser verdad, -¿por qué no?-, que este Valentín casara a los soldados romanos debilitando por ello su capacidad para la guerra, y por eso fuera echado a los leones por el emperador Claudio. Lo cierto es que hoy, se celebra el día del amor y San Valentín se ha convertido en el patrón de los enamorados.

Amor, hermandad, esperanza, lealtad, belleza, alegría, libertad, entusiasmo, paz y ojalá, son para Antonio Gala las diez palabras más bonitas que existen. Es evidente que han sido tratadas desde el punto de vista semántico. La palabra boca, es la que a mí más me gusta y, para entenderme, habría que perderse un rato en su interesante de verdad semántica freudiana. Más ahora y para criticar, me voy a quedar con otra que también suena muy bien: Empatía.

Empatía es lo que la sociedad necesita. Pensar los unos en los otros, tratando de convivir por un instante con el problema de los demás. Estamos en un ciclo donde los problemas y las penurias están dando lugar al concepto supervivencia como fenómeno social. No hay para todos y esto no es lo que era. Necesitamos hacer piña a favor del bienestar social, quitarnos de en medio a quien dificulta e impide el progreso y, sobre todo, demostrar la amistad todos los días sin entrar en pantomimas religiosas o comerciales que solo fomentan la estupidez.