miércoles, 20 de marzo de 2013

Europa. Mi triste contemporánea


Aunque no le importe a nadie, hoy estoy triste. Estoy triste al pensar en el futuro. El futuro de un mundo creado a imagen y semejanza del capricho del político de turno que en cada orden y estamento ha ido contribuyendo a tan grave e irreparable deterioro.

Miro a Italia y veo un país donde los profesionales de la farándula mediática, cambian de oficio como de camisa, constituyéndose en los candidatos más votados y que niegan pactos por principios con el único afán de adquirir un protagonismo personal. Payasos y puteros de veleidosa personalidad que arruinarán el país, antes de ceder por el bien del pueblo a su egocéntrico espíritu, base y principio de también su enriquecimiento personal.

España. País sometido a una corrupción política sin parangón. Un Bárcenasgate donde a excepción de Aguirre, Zaplana, Gallardón, Santamaría y Pastor, tristemente todos y cada uno de los demás miembros de la cúpula del Partido Popular se han enriquecido de manera fraudulenta, porque lo dice Eduardo Inda y porque es fácil observar la mirada de la mentira en los ojos de los máximos representantes de la derecha española.

Vergonzoso Cahuzac, cirujano plástico y ministro francés, alzado en base a las garantías que mostraba su ávido, riguroso y enfático discurso contra la evasión fiscal, hoy investigado por graves delitos económicos.

La locomotora alemana, pilotada por la líder de los demócratas cristianos. Una Merkel que basa su política en una engalanada pero gratuita mentira que mezcla con cambios rápidos de criterio en base a sus intereses y no a los intereses de ni tan siquiera su patria. Mujer ejemplo del narcisismo más allá de lo lógico criticable. Ególatra consumada que encapricha entuertos para triunfo de la desigualdad y juega con las almas de las personas.

Estoy triste porque en ese incierto futuro económico y social que se atisba en el horizonte, pienso en una negativa y falsa igualdad del ser humano. Igualdad fruto de la explosión de burbujas diseñadas para ese fin y que aumentará esas ya tan grandes diferencias sociales entre unos y otros. Estoy apático por pensar en esos despachos donde cada día corrigen el mundo y donde, a cada minuto, le hacen un poquito peor.

Portugal, Grecia, Chipre…

Y esto, solo es Europa.


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