miércoles, 10 de julio de 2013

Las Mamadas de Sancho Panza

El día está siendo muy raro. Los problemas que me atañen en lo personal, y de los cuales no soy responsable, me tienen desarmado. Quedan horas por delante y sé que en lo que me queda de jornada, la empatía del entorno que me rodea seguirá ausente. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga y en estos momentos siento el deseo de contestar a la manada de ceporros e inútiles que, desde sus aburridas y patéticas vidas, hacen que hoy me sienta un barriobajero de izquierdas de mucha categoría.

El tonto de Snowden, el listo de Griñán y su corrupción andaluza, Bárcenas y la estafa de Eurovegas han sido algunas de las cosas sobre las que he dejado mi opinión en estas últimas fechas. Siempre digo lo que pienso y eso me tiene cortadas casi todas las relaciones personales. Creo que con el tiempo me convertiré en un ente de esos que almacena gatos para no sentirse solo. Hoy por hoy, todavía me sobra todo el mundo y sigo siendo tan listo, guapo y prepotente como el día en que nací. O por lo menos, a excepción del calificativo de guapo que yo añadí, es lo que piensa la cantidad de envidiosos que tengo al lado.

Después de esta introducción que me da igual no venga a cuento, me gustaría dedicar las siguientes líneas a esas mentes que, más de persona, parecen una implantación de experimentos realizados en probetas en periodo de observación y que no dejan de sorprenderme cada día.

Edurne Uriarte

Nunca me he fijado en esta cincuentona carente de encantos, quien ha sido capaz de mantener a un ministro en cartera. La respetaba por haber sido víctima de un intento de atentado, pero llega un momento en que desde lo más profundo de mis entrañas me apetece decir “¡qué tonta eres!”.

 
¿Y por qué? Porque parece mentira que desde la privilegiada posición que te encuentras, en la que imagino tendrás al menos acceso al foro del cotilleo político-social de la España de la corrupción, no te des cuenta del ridículo tan espantoso que haces al defender la inocencia de los elementos peperos en las operaciones de arquitectura financiera corrupta que ha dejado al país tiritando.

Herman Tertsch

Hace poco tiempo le dediqué un texto a este mediático tramposillo – él sabe el porqué – en el que le describía como extraño, acomplejado, irreverente e incapaz de debatir fuera de la autoridad que la total falta de cultura le define. Y hoy le vuelvo a plantear lo tonto que es por ser capaz de echar al baúl del protagonismo, sentencias propias del mayor egoísta y antipático ser que la evolución haya diseñado. Ser gilipollas nada tiene que ver con la desconocida para Hermann, Yihad.

"Cuando tienes a 90.000 personas dispuestas a sacrificar un sábado en un campo de fútbol para escuchar a Dyango y Peret, pero ante todo a Ramoncín y Paco Ibáñez, estás cerca ya de la fase de reclutamiento de comandos suicidas para la conquista del harén particular de vírgenes en el Mas Allá".

Francisco Marhuenda

Sancho Panza siguió a Don Quijote a lo largo de cientos de páginas de la más bella obra de la historia de la literatura mundial. Como fiel escudero, acarreaba sus enseres y, desde su presumible pero falsa incapacidad, hacía de confesor del hidalgo. Lo que nunca leí es que en alguno de los capítulos Sancho Panza se la chupara a Don Quijote.
Ahí lo llevas, Marhuenda.

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