viernes, 23 de mayo de 2014

Un sueño en Catrú

Corriendo en el mismo sentido e incapaz de restarla ventaja, ponía su mirada en la parte más alta del cielo en donde habitaban sus miedos.
Tanto mal cometido acortaba sus zancadas y el frío final se anticipaba en su pensamiento como algo irreconocible. La luna simbolizaba su vida y la necesidad de alcanzarla dejaba un mayor rastro de negra sangre a sus espaldas.
El miedo a no volver producía una tensión que se convertía en placer en la parte obscura de su alma. Parecía imposible sobrevivir pero aquello no había sido un sueño. Real.
El líquido que ahogaba sus piernas se mimetizaba con la espesura y las incansables larvas Embera le habían abandonado. Cuarenta grados de humedad en el exterior del agrietado corazón, contrastaban con el frío febril que dejaba a cada instante más y más peso atrás.
Había que salir de un cuerpo con las ventanas cerradas y creer en imposibles. Imágenes, recuerdos y extraños sonidos agotaban su fuerza. Cayó. Murió. Luz Fría. Abrió los ojos y al hacerlo solo sintió un olor diferente del que siempre había reconocido como propio. Quebrada Catrú 

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