martes, 16 de septiembre de 2014

Imaginación. ¿Controlas Tu Vida?

Deambulamos esperando el último suspiro de una vida en la que, la gran mayoría pretende estar muchos años. Nacemos y empezamos a recorrer un camino en el que día tras días nos preparamos para ese momento final. Somos poco conscientes de que todo está basado en el tiempo y solo de él dependemos.
Aristóteles pretendió hacer creer que la felicidad solo se alcanzaba desde la racionalidad del pensamiento para medir las consecuencias de nuestros actos. Así, la elección entre lo bueno y lo malo para salvar nuestra conciencia, sería el camino para alcanzar el mejor estado mental.
La vida avanza y cuando más pensamos que hemos evolucionado en la comprensión del entorno que nos rodea, descubrimos novedades que nos obligan a preguntarnos muchas cosas. Nos partimos el alma durante décadas y después de todo, ni somos los mejores ni tan listos como pensábamos, porque siempre llega alguien que te desarbola, te encoje y te hace poner los pies en la tierra.
¿Imaginación? He llegado a la conclusión de que nuestros miedos y la mayoría de los problemas que nos generamos son producto de la imaginación. No me refiero a lo tangible, pues todo lo que se puede tocar y tenga o no solución se puede articular para dejarlo lo más ordenado posible.
Los verdaderos problemas están en nuestra imaginación y forman parte de nuestras creencias.
Cada persona ocupa un hueco y normalmente todos partimos de uno equivocado. Nuestra inexperiencia para tomar decisiones nos convierten en infelices y es posteriormente cuando solo disponemos de una transición que nos devuelva sobre nuestros pasos para que una nueva oportunidad repercuta en nosotros mismos.
El problema viene dado cuando no puedes cambiar los hechos ni olvidar los recuerdos. El verdadero dolor surge cuando los errores del pasado forman parte de nosotros hasta un punto en el que nos tendríamos que convertir en algo más que héroes para cambiar su repercusión en el presente.
Imaginamos un pasado diferente y a la vez no podemos cambiarle. En definitiva nos quedan muchas noches de no dormir. Nos quedan tantas como días quedan hasta que llegue el último suspiro.

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