viernes, 5 de septiembre de 2014

La Tasca Invisible

Tengo un amigo con que siempre dice sobre los primeros días de septiembre, que están hechos para seguir de vacaciones. Comenta que los históricos de su empresa siempre han sido negativos en estas fechas. Hasta mediados de septiembre andará por Santander. 
Por mi parte, no sería capaz de destacar este mes sobre el anterior o noviembre sobre mayo. Soy más de la creencia que las cosas se consiguen en función del esfuerzo que pongamos en ello y sobre todo tratando de no dejar mucho al azar.
Pero dejando el tema empresarial al margen, sobre lo que comentaba anteriormente mi amigo, pienso que cuando hablamos de lo personal, si habría que tener en cuenta el detalle de que todos los meses son malos.
Las alegrías de la vida son pocas y aunque cada día nos empeñemos en decir lo bello que es vivir y nos agarremos a los maravillosos y manidos tópicos sobre lo grandioso de la existencia y demás, me gustaría plantear una pregunta a quien esté leyendo esta imbecilidad.
¿Cuánto tiempo al día hacemos lo que nos gusta?
Pongamos un ejemplo. A mí me gusta el sexo y jugar al tenis. Quiero pensar que la mayoría de las personas en su sano juicio serían capaz de cambiar el segundo de mis gustos por otro tipo de deporte, ir al bingo o montar en globo, pero ya que como ejemplo es totalmente verosímil, ahora toca calcular el tiempo que en este último mes, año o lustro, he realizado esas actividades en comparación con los otros menesteres de la vida que engloban, reuniones de trabajo, conducir de aquí para allá, limpiar la casa, lavadoras, plancha y demás.
El resultado de la comparativa es desalentador. Añadiendo que cada vez me es más imposible dormir un mínimo de horas que me garantice una mínima estabilidad emocional, en este momento de mi existencia, me pregunto si realmente vivir es bello o es una simple condena a la que el destino nos expone cada día.
Pues yo me voy a hacer alcohólico. Esa frase no la entiende casi nadie, pero en verdad es una alternativa y soy capaz de razonarlo. Tengo un grupo en el whatsapp que formamos cinco personas y en el que nos dedicamos a decir tonterías y a quedar para beber tercios de Estrella Galicia en un club deportivo de Torrejón de Ardoz. Esto lo hacemos, siempre después de jugar al tenis cuando no estamos lesionados que en mi caso es siempre. Resulta que cuando llevamos ocho o nueve tercios cada uno, yo planteo que me voy a hacer alcohólico a conciencia y todos me miran extrañados añadiendo algún comentario tipo, ¿estás gilipollas Juanan?
¿Está suficientemente razonado?
Por cierto. Se admiten compañeros de viaje.

1 comentario:

  1. Yo creo que te miran extrañados no por lo de "alcohólico" sino por lo de "me voy a hacer"....
    Fdo. Uno de los V

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