miércoles, 14 de enero de 2015

Rocky y el 2014 nos Dejaron.


Otro año que se acaba y aquí seguimos. Vivos y disfrutando de la maravillosa opción de vida que el creador nos ofreció el día en el cual, sin preguntar, nos trajo al mundo. “Enciendo como la gasolina” cuando escucho este tipo de frases que parecen salidas del manual del conformista, pero lo cierto es que 2014 pasó como un nefasto año para olvidar, que nos ha dejado pocos momentos que merezcan la pena.
Esa afirmación la hago con el pensamiento puesto en la generalidad, porque si escudriño el mío, solamente y en el mejor de los casos me apetecería acostarme para levantarme a comienzos del verano, a ver qué pasa. Creo que de ahí se puede deducir con el ánimo que voy a empezar el 2015. 
Políticamente el país ha ido a peor y para colmo, acordándome de las tempestades no como el inicio de las calmas, sino como fruto de la semilla de las mareas, nos han salido unos nuevos directores de orquesta que prometen arreglarlo todo en un periquete, aplicando modelos de gobierno que entremezclan revolución y dictadura y con políticas que prometen. Prometen sacarnos de la OTAN, de Europa y en definitiva, de la circulación. A ver… a ver, ¿A qué país me voy a ir?
En el año que se ha ido han pasado algunas cosas, la cabeza de la monarquía española ha cambiado de nombre, los cristianos tienen un Papa al que le gustan los Tequila e hicimos un glorioso ridículo en el Mundial de Brasil. Y yo me pregunto, ¿Cuál es el  hecho más importante de todos?
La muerte se llevó a Sharon y a un Panero, Suarez, Gabo, Alfredo Di Stéfano, Paco de Lucia, la Temple, Frühbeck, Matute, Botín, Cerati y otros pocos les siguieron, pero sinceramente el que más daño me ha hecho que se vaya ha sido alguien al que no tuve el gusto de conocer jamás, pero que solamente de oídas y por alguna razón que yo solo sé, ha quedado marcado para siempre en lo más profundo de mi alma. Ese alguien, hoy está “El cielo de los perros”
Es curioso como el amor decide incluso el momento en el que queremos morir y es curioso cómo se  puede sufrir hasta entender que ya estamos todos y es ahora, cuando ya no puedo más. Pero el año que nos ha dejado solo demuestra que el inteligente y evolucionado ser humano se ha perfeccionado en crear pequeñas guerras que dejan gran miseria y muchas muertes olvidando que, la bondad es lo que debería mover al mundo. ¿En qué nos estamos convirtiendo?
Daría lo que fuera porque todos nos fijáramos en cualquier rincón de cualquier hogar donde habita un perro tan especial como al que me refiero y que copiemos el amor que de manera altruista y sin importarle un pimiento recibir nada a cambio da, hasta el punto de que a veces, ese animal descendiente del lobo sigue siendo más importante y tuvo más corazón que la mayoría de las personas que me rodean.

martes, 13 de enero de 2015

Por el Charlie Hebdo

Me hace feliz la evolución que en forma de respuesta al atentado de París estoy viendo en cierto sector de la clase política europea.
A veces hay que enfrentarse a la mayoría de los ciudadanos por muy elevada que esta sea y anteponer los intereses que, en materia de seguridad tiene que proteger incluso a esos mismos, haciendo políticas de defensa necesarias para salvaguardar a la sociedad de la cantidad de agresiones externas a las que está sometida.
Desde Thames House, el Jefe del MI5 pide con más fuerza que nunca una ley que permita controlar y analizar todas las comunicaciones en el Reino Unido. Desde el SIS, su homónimo apoya esa petición que también es amparada por el Ministerio del Interior.
Indudablemente y sobre el papel, es totalmente imposible anticiparse a todos los atentados que se planifican desde los actuales grupos terroristas que se mueven a lo largo del planeta y en concreto cuando se trata de fundamentalismo islámico es aún peor. Pero eso no quiere decir que ante el atentado de Charlie Hebdo, debamos de pensar que no se podría haber trabajado para evitarlo.
Los avances tecnológicos nos dan la oportunidad de multiplicar con mucho la efectividad sobre el control de cualquier terrorismo activo y las posibilidades que tenemos para detectar individuos o grupos de riesgo pasan por todo lo que la ciencia ficción pueda imaginar, pero lo realmente triste es que tener que usar los medios de los que disponemos en la clandestinidad, está haciendo haya pequeñas batallas que el terrorismo gana a la libertad.
Me gustaría que por un momento pensáramos en Bernard, Georges, Tignous, Honoré o en cualquier otra de las víctimas que se encontraban en la redacción situada a cinco minutos de la Bastilla, como si se tratara de nuestros propios padres o hijos y desde esa piel intentar entender que en solo tres segundos y con una suave presión, se descargan treinta cartuchos de treinta y nueve milímetros de largo y que en ese tiempo todo lo que se encuentre en su camino, sea lo que sea, queda automáticamente destrozado.
Cuanto hubiéramos dado en esa situación porque se hubiera destinado gran parte de los presupuestos del estado a tener un programa que analice todas y cada una de las conversaciones mantenidas entre los asesinos autores de semejante barbaridad. 
Los gobiernos tienen que hacer lo que deben con los medios de los que disponen. Y para ello hay que pasar por encima de las opiniones de cualquier sector de la sociedad que pretenda la libertad a coste cero

Yo no soy Charlie Hedbo

A veces nos encontramos con opiniones tan coherentes que se necesita mucha valentía para sacarlas a la luz. Desde ese punto de vista, no me voy a quedar sin ponerme del lado de una de ellas donde Francisco Lanzas da una vuelta de tuerca al sentir social y nos deja escrita una de las grandes verdades sobre el brutal atentado que sufrió París hace unos días.

Mis reacciones ante la repulsa y aversión que me produce cualquier acto terrorista en cualquier lugar del mundo, llega a extremos que superan el asco y me hacen imposible evitar el vómito. Tengo mis motivos para ello. Cuando sucede algo como lo de París, me cuesta varios días recuperar el estado psicológico en el que normalmente me encuentro.

Soy de los que constantemente pide medidas radicales que, incluso al límite de los derechos fundamentales, sean de sobra eficientes y definitivas para acabar con el terrorismo.

El pilar fundamental sobre el que se basa la defensa de la libertad frente al crimen organizado es la anticipación y para ello es necesario anteponer la defensa del conjunto de la humanidad a las creencias de unos pocos que se posicionan en contra de la forma de trabajar de los gobiernos democráticos y aplauden a los Assange o Snowden sin saber lo que hay detrás.

Dicho esto, quiero volver a la opinión de Lanzas en Sierra Norte Digital y quitarme el sombrero ante él. Para ello, me voy a quedar con uno de los párrafos más inteligentes que he leído en los últimos tiempos:

No hace falta ser Doctor en Filosofía para ver que lo que hacen estas revistas es un ataque directo a algunas personas/religiones/colectivos y no un ejercicio de libertad. Solo es necesario hacer el experimento, pon a tu madre en una de sus portadas y valora la portada. Confundimos libertad de expresión con “digo que tu madre es una puta y me río de ella pero no te lo tomes a mal, solo quiero hacer un poco de humor”

Hace unos años hice a Dios una petición lógica y sencilla que probablemente rayara con lo más humano que se pueda llegar a pensar. Mediante el silencio se me denegó y fue cuando comprendí que Dios no existe. A partir de entonces, vivo tranquilo en ese sentido. A veces pienso que si estuviera en un error, Dios sería todopoderoso hasta tal punto que mis pensamientos estarían también dispuestos a su capricho.

 Lo que quiero decir es que a día de hoy no tengo ningún apego por ninguna de las religiones que conozco pero el respeto que hay que profesar a cualquier ente viviente debe de ser acorde con que queremos para nosotros y me pregunto lo que hubieran pensado las víctimas del atentado a la redacción del Charlie Hedbo si la protagonista de muchas portadas, como dice Francisco Lanzas, fuera su madre.

Estoy fuera de toda duda en cuanto a mis ideas. No obstante, voy a dejar claro que lo mejor que podría haber pasado es que la seguridad francesa hubiera podido saber de las intenciones que albergaban los fundamentalistas islámicos y haber procedido a su exterminio para que así, los mal llamados periodistas del Charlie Hebdo hubieran seguido faltando al respeto a todo bicho viviente por los siglos de los siglos, porque realmente ahí radica la verdadera libertad de expresión.

Amén.